Oriana del Monte

Es la belleza subterránea de esta tierra y sangre americana, belleza como si se viviera de puro inhalar meteoros de flores, que con respiración galopante esos pechos ecuestres se muestran al sol y se confunden flora, fauna, roca, aire, agua. Y el fuego se reserva para las miradas, al deseo animal, profundo grito mudo que se descubre en la ancianidad de esta fuerza y se renueva a cada latido de ese corazón tan de mujer, tan de Mamapacha. Repetido, insinuado hasta el más pequeño grano de materia.




Viento formador de perfecta figura, valkiria morena, diosa de carne y hueso. El agua te sondea las entrañas y el sol te caldea tus volúmenes hasta remecer y hacerte vibrar.

Sensual hija de las llanuras del Yucatán no naciste hembra que acuña moneda con el trabajo, naciste ninfa camaleónica exaltada desde el átomo que contigo se agita, la amistad cultivada por el destino, el árbol que te arrastra al cielo junto a los abismos del río con sabor a todo.



Y me voy agarrado del tiempo, de la memoria que terminará de todas formas por perecer y sepultar esas imágenes tuyas tan perturbadoras que tienes oriesa, la belleza del mar y del monte.


Nota: Oriana del Monte, arqueóloga, mexicana, salió en esta sesión de fotos el último domigno ne La Nación. A mi parecer ha sido la mejor de entre todas las que he podido ver. El fotografo, encargado del montaje artístico es Rodrigo Nuñez (www.rodrigonunez.cl), por eso se lleva los créditos por las fotos.